Sobre el artista

Jacques Boussard (Fr. 1915-1989) pertenece a la segunda generación de la 'École de Paris'.
En su obra se reconocen claramente las influencias del impresionismo y el cubismo. Fue alumno del artista Roger Bissière, durante su formación en la Académie Ranson.
Bissière fue un mentor importante para Boussard, pero su primer mentor en la universidad, Stanislas Rodrigue, también fue importante para él. Llevó a Boussard a la Académie Ranson. Stanislas Rodrigue fue él mismo un ex alumno de Gustave Moreau.
Sin embargo, Jacques Boussard ha determinado principalmente su propia dirección, a veces contra la corriente.

Sus naturalezas muertas se volvieron más estrechas, más cubistas, con líneas marcadas en los años 50 y también utilizó material extra para convertirlas en una especie de construcción. Muy bonito por cierto.

Ha viajado mucho, desde 1931 hasta 1966, visitando Italia, Rusia, Europa, Oriente Medio y Estados Unidos.
Ha participado en varios Salones y expuesto en diversas galerías. Su primera exposición individual fue en la Galerie Eugène Blot en 1934, en 1935 Max Kaganovitch se convirtió en su agente y su galería permanente hasta la muerte de Max Kaganovitch en 1974.
Además, expuso en casa y en el extranjero y participó varias veces en una bienal y otras exposiciones internacionales.
En 1954 también recibió el Prix Bührle, un premio otorgado por primera vez a jóvenes artistas prometedores en 1952 por el famoso coleccionista de arte suizo Emil Buhrle.

La obra de Jacques Boussard todavía se exhibe, el Musée l'Orangerie du Sénat de París tiene otra exposición dedicada a él en 2015. También compraron una obra, lo mismo ocurre con el Musée Intercommunal d'Estampes, que hizo lo propio en 2016.

Además de naturalezas muertas, también ha realizado hermosos paisajes, como homenaje al sur, su uso del color es entonces más claro, más fresco y los paisajes aquí también son áreas de color casi abstractas y, sin embargo, muy reconocibles como paisaje.
Nunca quiso trabajar de una manera puramente abstracta, sentía que la dulzura de los propios temas se perdía demasiado.

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